Mi tío que ya tiene unos años, siempre ha considerado los caballos como su verdadera pasión y afición. De oficio pastelero, con el trajín que comporta este bello trabajo, dedicaba parte de su poquísimo tiempo libre al cuidado de diferentes caballos y ponis.
Uno de mis primeros recuerdos de la infancia, son esos paseos al atardecer de un dia de verano en un pequeño carruaje tirado por un esforzado poni.
Hoy en día, a sus casi ochenta años, mi tío Josep, ya no está para cuidar caballos ni mucho menos montarlos, pero su casa es un pequeño museo del caballo: fotos, esculturas, utensilios colman las paredes y las estanterías de cada habitación. En cada visita aprendo un poco más (gafes del oficio de maestro) y me convenzo que aún me queda mucho que aprender (pensamiento clave de cualquier educador). En la última visita aprendí una palabra nueva:
Las anteojeras o en inglés (tal y como mi prima se encargó de explicarme): Blinkers.
Los Blinkers, anteojeras o tapaojos son piezas de vaqueta que caen junto a los ojos del animal, para que no vean por los lados, sino de frente, es decir que no tengan tentaciones de tirar para otro sitio que no sea el marcado en el camino o el que quiere su jinete.
Uno de los problemas que tenemos en el colectivo de maestros y en la educación es pienso que es , que hay muchos docentes que utilizan los blinkers para entrar en el colegio o en su aula.
Unos blinkers que proporcionan seguridad, impiden alejarse del camino trazado, no dejan salir de la zona de confort donde estoy tranquilamente establecido y posicionado.
Docentes que no utilizan las redes sociales para informarse, para compartir para crear, para relacionarse, para formarse. Unas anteojeras que facilitan no saltarse lo establecido pero que impiden avanzar.
Maestros que confunden tener 30 años de experiencia, con tener la misma experiencia treinta años.
Docentes que ven siempre las mismas piedras en el camino y que no saben como saltarlas, puesto que no pueden ver que a su lado, tienen otros compañeros con los que apoyarse o otros caminos por los que ir.
Unos tapaojos que no dejan ver más allà de lo que no sea la propia clase. Docentes de clase pero no docentes de escuela, magníficos profesionales ,currantes como el que más, capaces de llevar carruajes pesados, pero con dificultades para salir del camino. para coger atajos o sendas más llevaderas.
Docentes que les cuesta implicarse en un proyecto de escuela porque no pueden ver más allá de lo que es su tutoría o su grupo. Docentes que les cuesta el trabajo en grupo, el implicarse en proyectos interdisciplinares o en proyectos de escuela.
Necesitamos sacar los máximos blinkers posibles, necesitamos ser corceles que troten libres por los campos. Necesitamos docentes capaces de implicarse en un proyecto educativo de escuela no de clase, que no pongan palos a las ruedas ante las propuestas que lleguen de otros docentes o de equipos directivos innovadores.
No hay nada más bonito, que pasear por la alta montaña y ver un paisaje de un verde intenso y caballos galopando libremente.
Esa es mi imagen de la docencia, hacia donde pienso que deberíamos ir. ¿Vamos hacia ella?
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