Fotografías

BY joan No comments

Mi pasión por la bicicleta es de las primeras cosas que la gente que me empieza a conocer capta enseguida y los que llevan más tiempo compartiendo trocitos de vida conmigo ya lo tienen asumido . Sucede pues, que en muchas conversaciones banales o de trascendencia no dejo de poner comparaciones o ejemplos donde la bicicleta y sus circunstancias asumen el papel protagonista. Y es que no puede ser de otra manera, pues entiendo que cuando algo te apasiona, te motiva o te reta a superarte, este se convierte en el uno de los ejes centrales de tu vida.
 
El verano es un tiempo propicio para la bicicleta: El buen tiempo meteorológico y el aumento de tiempo libre hace que se incrementen las horas dedicadas a pedalear. No se si os sucede lo mismo pero cada vez que estoy ante algo que a mi parecer resulta bello, asombroso, tranquilizador, relajante… intento retener esa imagen en mi memoria. Cada verano me invade la misma sensación, sobretodo esto me ocurre especialmente en las últimas pedaladas del mes de agosto y este año no fue diferente:
 Haciendo la travesía del “camino de la retirada” (trayecto entre montañas fronterizas hecho por los exiliados republicanos que cruzaron nuestro país para ir a Francia en el transcurso de la guerra civil española), uno tiene que pararse un momento y contemplar el paisaje, algo que por desgracia los que hicieron este trayecto en el 1939 no podían hacer. Bajarse de la bicicleta y mirar la fuerza arrebatadora de las montañas, el verde de los prados, la vida relajada que transmiten las vacas que sin inmutarse  de la presencia de un extraño siguen su ritmo monótono de comer hierba, abrir bien los pulmones y expirar todo el aire puro y fresco para que llene todo tu interior, saborear los olores a hierba húmeda, cerrar bien los ojos y retener todas esas imágenes y sensaciones en la memoria y sobretodo guardarlas bien, bien, en la carpeta de los recuerdos porque….
 
 
Ha empezado un nuevo curso escolar, la vorágine en la que nos vemos envueltos en el día a día ya ha empezado a hacer mover la manivela. Las reuniones, las coordinaciones, los nuevos y viejos proyectos, los compañeros menos motivados, la administración y su papeleo, las programaciones interminables, las nuevas o viejas metodologías, los deberes sí o deberes no, las familias que preguntan cuestiones obvias…. y los alumnos que seguramente con muchas menos ganas que tú ya miran el día 12 del calendario como el agujero negro de su nueva vida….
 
Todo esto ahora no supone ningún problema, vengo con las pilas “a full” y mi motivación y ilusión puede con esto y con más, pero … las pilas se irán acabando, la batería de las ganas se irá diluyendo a medida que pasen los meses y los pequeños o grandes baches que en todo curso escolar hay, haran mella, y cuando todo esto suceda…
 
Es cuando, como cada año, acudo a la carpeta de la memoria y viajo hacia esa fotografía del verano, cierro los ojos y me dejo llevar por los recuerdos. Intento por todos los medios que ese paisaje contribuya a poder cambiar las pilas o a obtener esa energía que me permita superar esos momentos de desgana, apatía o dificultad.
 
Este año pero,  ante un nuevo reto a nivel laboral, solo espero dos cosas: Haber hecho las suficientes fotos este verano y sobretodo sobretodo no haberlas de recordar ya, la semana que viene…

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