El arte de tocar el piano

BY joan 1 comment

Una de mis muchas limitaciones es mi poca destreza musical. Ya no son solo mis nulas posibilidades de participar en programas como la voz o como el antaño operación triunfo, sino también mi poca destreza al querer tocar un instrumento. Por eso siempre he tenido una sana envidia aquellos que poseen esta habilidad. Está claro que a la hora de repartir en mi cerebro las denominadas inteligencias múltiples, la musical no ocupa una porción destacada.
 
De todos los instrumentos por habidos y por haber, el que siempre me ha llamado la atención es el piano. Piezas como por ejemplo “Para Elisa” de Beethoven, me transmiten paz, armonía con el mundo, sencillez… pero sobretodo lo que siempre he admirado es al pianista, aquella persona que delante suyo tiene un instrumento de 88 teclas y en cada momento sabe cual ha de pulsar para que salga una nota que corresponda con el sonido que requiere la partitura. Me asombra esta habilidad de dominar el espacio y el tiempo en cada situación y en unas décimas de segundo.
¡ Que bien nos iría en la escuela ser pianistas, saber que tecla tocar en cada momento para poder resolver los quehaceres diarios!
 ¿Os imagináis que ante un reto, un problema, una tarea, un alumno, una familia… el maestro supiera que tecla tocar para que este se pudiera solucionar?
 
Si fuéramos pianistas en una clase, entre muchas cosas, sabríamos qué tecla tocar para poder motivar a nuestros alumnos, que tecla tocar para que la sintonía, la melodía de lo que decimos, explicamos o proponemos llegue a nuestros alumnos, que los motive a aprender y que consigan aquellos objetivos que nos hemos propuesto.
 
Si supiéramos tocar el piano, también sabríamos dar con aquella tecla que nos permita comunicarnos mejor con los padres de nuestros alumnos, que nos facilite que podamos tocar juntos, que no desafinemos al tocar diferentes instrumentos, que no estemos en un tono diferente unos de los otros, que aunque lo dos seamos grandes músicos sino vamos a la par el resultado es pésimo.
 
Si un pianista tiene muy claro que todas las teclas de su piano son igual de valiosas e igual de importantes que de diferentes, como profesores tendríamos muy claro que todos los alumnos/as no son iguales, que todos “suenan diferentes” que no podemos pretender que todos suenen con la misma intensidad, que hemos de ofrecer diferentes opciones para que todos puedan llegar a sonar aunque sea con diferente sonido.
 
Si fuéramos grandes pianistas, podríamos tocar en una orquesta, ofrecer nuestras habilidades al servicio de una obra maestra, tocar al compás con el señor violín, doña trompeta, el señor saxofón o la señora arpa, en una escuela como buenos pianistas sabríamos ir a la par con los demás compañeros y hacer de la escuela no un conjunto de buena canciones, sino una gran melodía única.
 
Tengo la gran suerte de conocer y compartir melodía con grandes maestros pianistas, y si, a veces la música chirría pero no es por falta de destreza o por falta de voluntad, lo que pasa es que nuestro piano educativo no tiene´unas teclas limitadas como tiene el piano musical, sinó que cada vez hay más teclas que tocar, más retos que asumir y más destrezas que aprender y me parece que los nuevos tiempos que se avecinan necesitaremos más de dos manos para poder llegar a todas ellas.

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