Encuentros que hacen mella

BY joan No comments

Hay artículos que se escriben solos, los sentimientos que florecen del fondo de lo que denominamos corazón se plasman en palabras que van surgiendo en la pantalla del ordenador. Hoy toca escribir uno de estos artículos, y toca porque sí, y no es la primera vez y presumo que no será la última que escribo sobre ellos, porque me guste o no, el escudo que protege la coraza de mis sentimientos a menudo se resquebraja y permite asomarse a este humilde espacio virtual. 

Este fin de semana he participado en una marcha de btt, era la primera vez que tomaba parte de una prueba ciclista y las emociones a nivel personal de lo que supone haber llegado hasta la meta y superar con creces las previsiones me hacen estar por una vez orgulloso de uno mismo por lo que supone, por lo que se ha luchado por ello y por lo que se avecina.
Pero lejos de querer centrar esta entrada en uno mismo y en su compañera de fatigas (la bicicleta y ese amor idílico que siento por ella) hoy quiero dedicar estas sencillas palabras a la familia ASDENT ( la Portals, marcha ciclista, dedicaba parte de la inscripción a lucha contra la enfermedad del Dent) 

Si, ya lo sé, no es la primera vez que en este blog hago referencia a la lucha incansable de esta familia por dar a conocer la enfermedad de su hijo y las miles de movidas que se meten por encontrar recursos económicos que permitan seguir investigando la enfermedad de Nacho (su hijo) pero qué queréis que os diga, si predico que en la escuela hay que trabajar la educación emocional, hay que dejar que los alumnos vivan, sientan y expresen sus sentimientos, sería un hipócrita y poco auténtico si yo no lo hiciera. Así que...

Puede que fuera el embrujo y la misticidad que imponen las montañas de Montserrat, puede que fuera el sol de abril de un sábado por la montaña, o puede que fuera mi estado vital, pero el breve encuentro que tuve el sábado en el pueblo de Collbató con algunos miembros de la ong Asdent me impulsan a querer compartirlo con los que encontráis un momento para leer estas líneas. 



 Empezando con las incansables colaboradores con Ana al frente del stand de productos solidarios, da igual donde se vaya puede ser a 50 km de su Santa Coloma del alma o puede ser 800 km como hace relativamente poco, da igual, presumen con orgullo de sus camisetas, de sus pulseras o de sus pollitos, acompañar a la familia de Nacho es su modo de entender la vida como un regalo, entender el día a día como un tú, no como un yo. 

Eva, la madre de Nacho, es la mediática, contagia con su mirada, llena de vitalidad, llena de pasión, pura raza y puro nervio, capaz de todo por abrazar un sueño, un sueño que es el más común de todos los que formamos el universo de ser padres y madres: Querer lo mejor para nuestros hijos. Y eso sueño lo transforma en realidad cuando sube a un escenario, sube a una bicicleta o atraviesa media España en furgoneta. Sus palabras derrochan orgullo por lo que hace y orgullo de tener a quienes le rodean. Los dos instantes que coincidí con ella este fin de semana así me lo reflejaron: orgullosa de tener a unas hijas con quien compartir un sueño y orgullosa de tener un marido con quien compartir codo a codo la batalla que les ha tocado lidiar.

Nacho, un niño que podría ser el mío por edad, un niño que rie, llora, habla y se queja, (con más razón ) quizás de allí puede venir mi idilio personal hacia esta familia, Nacho que aún es pequeño para entender lo que le falta, pero que ya empieza a ser consciente que tiene lo mejor que un niño puede tener en la vida, más allá de patinetes o de plays; El amor de quienes le rodean. 

Finalmente el mejor regalo que pude tener en este fin de semana especial: los diez minutos de conversación con David, el padre. Su testimonio es el vivo reflejo de la lucha por tirar adelante algo que cada vez se hace más grande, algo por lo que vale la pena luchar pero que también tiene sus peajes a pagar. Sus sueños, sus miedos y su amor hacia los suyos hacen que uno no pueda dejar de admirar a unos padres de familia humildes de la orilla del río Besós. 

El Domingo al mediodía al finalizar la marcha ciclista, con la satisfacción por bandera y las piernas en estado de Shock,  me permití levantar los ojos hacia el horizonte de las bellas montañas de Montserrat cerré los ojos y  perdí un deseo a la patrona de mi querida Cataluña:
lo mejor para esta familia. ¡Os lo mereceis!

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